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martes, 20 de agosto de 2013


Me doy cuenta que el sol de la mañana nos revive la sonrisa y por eso cuando llueve Buenos Aires entra en coma, la susceptibilidad abarca los quintos pisos, las calles emanan esas pocas ganas de ser transitadas. Cuando llueve las ventanas se convierten en paisajes ideales para el melancólico porteño.

Me doy cuenta que hay escritas ,a lo largo del mundo, tantas cosas sin pasión; y en mi cabeza tantas pasiones que todavía no pude escribir.

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