Relocos y Recuerdos

lunes, 29 de febrero de 2016

Volver a verte y sangrar.


Ayer la volví a ver.


Eso quedó escrito en la nota del domingo a las 23hs, y no pude seguir escribiendo. Quedé en blanco, queriendo plasmar hasta el detalle todo el suceso. La mente iba mas rápido que la pronunciación y a la escritura le ganaba por escándalo.
Me había olvidado cuan difícil era plasmar lo que uno siente cuando el cuerpo todavía es un ecatombe de sentimientos.

Para ese momento todavía estaba vivo el recuerdo de sus brazos alrededor de mi cuello, tan gentiles, tan descansados, yo tan suyo. No me malinterpreten, sigue vivo, mas que nunca.

A todo aquel que intuye o sabe de quien hablo, bienaventurado sea al poder leer estas palabras y entender la magnitud que hay detrás de cada una de ellas. A los que no intuyen y a los que no saben...bueno...no creo siquiera que tengan acceso a este blog.
Esta es otra ancla a la memoria.


Viernes 26 de febrero, me dice que va a volver unos días a la ciudad de la furia a.k.a Buenos Aires . Barajo rápido el asunto sabiendo que nos teníamos que ver y arreglamos para el sábado a la noche. 
Sábado 27 de febrero. 20:00 hs, conurbano Bonaerense. 
Toco el timbre, sale su amiga, ella ya viene, pasá, esperala adentro. El cuerpo me temblaba, Mis piernas apenas podían soportar el peso de mi cuerpo, y yo ya estaba jugado. Era de entenderse pues, habían pasado casi tres años.

Cuando la ví no tuve otra reacción mas humana, o mas pura que la de abrazarla como quien respira luego de estar sumergido un largo rato en el agua. La abracé y respiré tal cual, la sentí pequeña en mis brazos, y supe en ese momento que perteneció allí toda su vida, que ese siempre fue su lugar.

La miré sonreír con un alivio y un miedo tan mezclados que me sacudieron un poco, Pero al instante tiró un ":- hola" que bastó para todo.

Pensé que el abrazo iba a ser mas largo pero no lo fue, fue suficiente, justo, ni muy muy ni tan tan, fue, otra vez, puro. Sin ir mas lejos no dejaba de ser un saludo.



Como uno nace Ingeniero, tenía todo planeado, el lugar a donde íbamos a ir quedaba en el otro lado del mapa, pero tenía que ser ese. Nos esperaba una reserva, mesa para dos, con una vela por favor.
Casi 40 minutos de viaje nos alcanzaron para ponernos al día con muchas cosas, igual, como era de esperarse, hablé mucho yo. Primero porque no puedo contener el impulso de hablar, se sabe, y segundo porque ella no es puntualmente una chica que hable tan abiertamente a la primera de cambio, menos después de tres años de no vernos.

Cuando llegamos ahí estaba, La flamante mesa, Las sillas distintas, y la vela. La única mesa con una vela en todo el lugar. Yo era un campeón, al hacer la reserva le pedí a la muchacha ese favorcito ":- si son tan amable por favor poner una velita ".  Son detalles que no suman, multiplican.

Mi intención por supuesto no era seducirla ni nada por el estilo, pero si quería que ella se sienta a gusto, y si la situación me permitía un chiste, yo lo hacía y ella estallaba en risas. Cada risa era observada, al detalle, recopilada, estudiada y grabada en mi memoria con una perfección incalculable. Estaba tan hermosa como siempre, desde la primera vez que la vi, con su campera negra, su mandala tatuada en la espalda y su cuaderno, hasta la última vez que la vi, A punto de llorar, bajo el marco de una puerta en un departamento de Capital federal.

Siempre me gustó hacerla reir, es un no se qué muy bello, y ella tiene una risa que infarta.

En fin. Terminamos de comer, Cuando le pregunté si quería un café o algo ella me dijo que no, yo si necesitaba uno. Después del cortado salimos, Sus ganas de fumar un cigarrillo se notaban ya sobre el final de la cena. A mi mucho no me gusta que fume, ella lo sabe, pero sus besos no tendrían el mismo efecto sin ese 1% de nicotina que queda en ellos. Supongo que es parte de la adicción que supieron generar hace tanto tiempo.

Nos sentamos en una escalera cerca del resto, era bastante ancha y yo me senté a su lado, ni muy cerca ni muy lejos. Había una distancia corporal que si bien se había roto al primer abrazo, todavía seguía latente, como si fuésemos dos chicos en su primera cita. Algunos chistes después nuestras piernas se rozaron, nuestros hombros también.

Parafraseando a Santiago, fue tan dulce su amarillo y tan dantesco su capricho cuando dejó de fumar, y fue esa la manera que eligió para matarme. 
Nos paramos, y cuando ella estaba por bajar el último escalón, la abracé, con mi cabeza a la altura de su pecho. Fue un abrazo distinto por supuesto, mas profundo, mas detallista, sin tanto quilombo en la cabeza.
Mi mente relacionaba que después del abrazo venía el beso, pero estaba bloqueado, ni siquiera pensaba en eso, no estaba listo para volver a caer en esas drogas de nuevo, era mas fuerte que yo. La abrazaba como si el que necesitara contención fuese yo, pero ese abrazo decía te extraño, por todas partes. Venía todo bien hasta que un auto pasó con el volumen al máximo, estacionó en el semáforo y sonó ráfaga a morir, Estábamos en Victoria y se escuchó hasta en Olivos. Fue suficiente para sacarle una carcajada, y para cortar con la dulzura del momento también.

"arrancamos" para el auto, distendidos, no fue tan largo el momento, pero tenía que estar. Los dos nos dimos cuenta a los pocos segundos, que faltaba mucho todavía, la abracé de nuevo, esta vez ella para en el piso, donde claramente la altura la dejaba mas indefensa y en desventaja.

La abracé esta vez, y trataba de recordar cada tramo de su espalda, cada rinconcito de su cuello, absolutamente todo. Su pelo, su nariz, sus ojos, todo, todo, cuando digo todo, es todo. Tenía que tatuármela en la piel, y se lo dije, Necesito verte y tocarte así porque no me puedo dar el lujo de olvidarte , porque te tengo que recordar,..porque no se cuando voy a verte de nuevo. Casi casi casi lloro, pero me la banqué como un campeón. En los cambios se rozaban los cachetes, se buscaban los huecos en nuestros cuerpos y así como se buscaban, se encontraban.
Yo pertenecía a esos brazos, pertenezco a ellos desde ese Abril del 2013, nunca hubo otro lugar de procedencia ni un sentido del arraigo mas intrínseco, mas fuerte. Lo sabía.

Si vamos a confesar, confieso que tenía ganas de besarla, muchas, pero me daba un miedo terrible, porque sus besos acarrean el recuerdo de uno de los sucesos mas fuertes de toda mi vida, y con ese suceso todo su después, los mil ataques de pánico, el insomnio, la droga, el despertar.

Nos miramos, me miró, la miré, me miró, la miré. me miró, la miré, la abracé, unos segundos, y cuando mi cabeza quiso cambiar, rozar su cuello, fue ella quien tiró a matar, como quien no aguanta más esas ganas irremediables de que se vaya todo a la mierda, y me besó.

Si loco, me besó ella, no se si me habrá querido devolver lo que le hice yo aquella vez, de besarla tan fuerte que no alcanzaba el aire del mundo para que vuelva a respirar, pero sea lo que sea que se le cruzó por la cabeza, lo logró.

Nos besamos un momento y tomé distancia poniendo su frente contra la mía, y después me fui un poco hacia atrás, Fueron dos o tres besos de tanteo, muy despacio, ella tenía que saber donde estaba pisando, y yo también. Después de la distancia no lo pensé, no pensé en nada de hecho, y la besé como nunca besé a nadie en la vida. Esos besos estaban de nuevo, más curtidos, pero mas sentidos, con ese gusto a nicotina y esa forma de bailar. Eramos el caos hecho canción, eramos un blues a las 2am, la tercera de Bach, La sagrada familia de Gaudí, la Prosa de Joaquín y la voz de Serrano.

Ojo, fue tirarse al vacío, esos besos despertaron los recuerdos, los hicieron vivir de nuevo, todos y cada uno, los lindos y los feos. Pues claramente no es todo color de rosa, sabíamos que eso iba a pasar, teníamos miedo, y al parecer no nos importó.

La tengo que ver de nuevo antes de que se vuelva, necesito arraigar una última vez (quien sabe por cuanto tiempo) su recuerdo, sus facciones, su ser.

Hablando ella me dijo que tenía miedo, que ya chocó muchas veces, me dijo un montón de cosas, y la entendí. Le cuesta tanto expresarse, y a mi me cuesta tan poco hacerlo, que la balanza está bien dentro de todo.

Yo no se si soy una razón mas para hacerla volver..o una razón mas para quedarse. Y eso me parte al medio, Me destruye.

No se qué haría si se vuelve a ir, ni tampoco se qué haría si decide quedarse. Osea, en ambos casos la vida sigue, seamos claros y realistas. Se puede vivir. 
Por supuesto es más fácil, si no vamos a estar juntos, tenerla lejos que tenerla cerca. Pero es rebuscado, raro y jodido. Qué no lo es ?.

Yo, partidario de que el amor es simple, de que hay que dejarlo fluir, de que no hay que complicarlo, me encuentro escribiendo esto con el afán de anclarla en mi memoria y no dejarla ir jamás.
Ella necesita volverse, lo entiendo y hasta me parece bien. Pero se que sabe que acá estoy yo, ligado al recuerdo o no, no me interesa, yo estoy, y ella entiende el sentido de procedencia que hay entre su pecho y mi pecho, entre mis palmas y su espalda.

Ella puede y DEBE hacer lo que quiera, porque eso hacen los espíritus libres, y no hay nada mas importante para una persona presa de un recuerdo que la libertad. "Además yo, que me enamoré de sus alas, jamás se las voy a querer cortar "(autor anónimo).

Jamás la voy a controlar, No se me ocurriría ni pensarlo. Pero tiene que saber, que estoy loco por ella. Que estoy seguro compañero y me juego mi alma loca, que no debe existir boca como esta, en el mundo entero.


Cuando me preguntaban sobre el amor, y me preguntaban sobre qué había pasado, sobre todo, sobre ella. Yo contestaba tranquilo:- allá, en el campo. Y todo terminaba ahí, en un fugaz recuerdo.

Cuando ella está acá, tan cerca, no se que decir...


Si me preguntaran ahora, no sabría que decir. Y esta duda es tan bella como hiriente, Dejar ir es difícil, pero dejar entrar lo es más, porque detrás de cada llegada, se esconde una partida desgarrante.

Que bueno que yo soy de los que arriesgan, ante la duda, todo.









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