Nov

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Hoy tengo pero no tengo ganas de escribir. Lo hago solo por necesidad.



Dulce retraso de la pena que condena,
del trazo , del trazar, de ir y venir, danzando,
pero cómo es todo? y a la vez nada, de la nada misma, del ser del universo.
De ese todo tan valiente, de esa nada tan fugaz.
Tenaz.
Voraz.
Certera.
Arisca
Furiosa.
Traicionera.

He escuchado decir: "lo malo del después son los despojos"
Que sutil, que despedida, que mala suerte,
la de los que esperan,
la de los que mienten,
la de los que se pasan la vida pensando en el futuro sin frenar a tomar aire, a disfrutar del viento en la cara.

Yo supe ser de ellos, también de aquellos. Supe tener ritmo de caos, y supe ser agua de tanque.

En tempestad, en temple estad, supe leer también, escrito en una estructura, en el medio de la circunferencia del puerto de olivos separada metros de la costa con un árbol en el medio y nada mas que agua a su alrededor.

Somos animales, en el fondo, y en la superficie también. Cuando amamos, cuando corremos, cuando tenemos sexo. Cuando dañamos, cuando elevamos la voz.

Hay una particularidad del enojo, está muy ligado a la angustia, no es novedad.

A veces cuando algo nos enoja mucho, nos  sentimos mas débiles, ante esa situación de peligro inminente, de que se vienen las piñas, se viene el tiro, el cuchillo. Y uno ahí, indefenso, ante la inmensidad de la incertidumbre. Parado en la punta del pestillo de la granada, que está a punto de salirse. Pero cuando la duda se convierte en seguridad, cuando la pregunta se convierte en respuesta y una voz en la cabeza resalta por encima de todas las otras y te dice: Rompé...se corta todo. Se va la debilidad, la angustia, se abre la canilla, estalla la caldera, los 18chenta y pico de grados de visión se acortan a diez grados que nos permiten ver de frente y no nos importa nada, ni el dolor, ni lo que haya en frente. Lo único que nos puede parar es un tiro, un auto, que nos pise un tren, que nos empujen de un edificio.

Escribo esto a modo de prueba, para ver qué sienten cuando los tiento, como quien prende un cigarrillo delante de alguien que está intentando dejar de fumar.

Se alborotan, aprietan los dientes. Sonríen porque saben que de alguna manera los boludeo , pero que tanto ellos como yo también le tienen miedo a los momentos donde la puerta queda abierta.



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