Morir

lunes, 21 de mayo de 2018

Yo se que me voy a morir. Todos lo sabemos.

Por eso, y en real consecuencia, los mortales deberíamos amar la vida.

Yo se que me voy a morir, no se si voy a morir de amor, de extrañarte, de dolor, de viejo.

No se si voy a morir en un accidente, a manos de una enfermedad o de un buen tiro en el pecho.

Tampoco se que elegiría si me dieran a elegir.

Tal vez es muy temprano para andar pensando en ésto.

Lo importante que rescato de estas líneas es que los treinta y tres sabemos que no somos inmortales, que nos podemos morir. Mas no por eso somos mas o menos vulnerables, no nos malinterpreten.

Quiero dejar de mirar por encima de mi hombro cuando salgo a la calle.

No quiero tener más un cuchillo en el bolsillo.

Quiero que el pasado se cobre todas las que le debo para decir desde acá estamos en cero.

No quiero seguir debiendo,  ni deber mas de lo que debo.

Hoy decido frenar los quilombos, no crear mas pecados nuevos.

Hoy freno. Prometo que freno. Basta.

Así que a quien cobre, a quien lea y sepa, a quien tiene que venir a buscarme. Que venga. A saldar las cuentas de una vez. Yo se que me voy a morir, sin deudas.

Mayo

jueves, 3 de mayo de 2018

3 de Mayo.


Que fácil es escribir cuando ya pasó. no?

Es como caminar por las cenizas de un incendio forestal, a las 10 de la mañana, en campera, con mucho frío, un par de días después del desastre.

Tal vez es la mejor analogía que encuentro para describir lo que pasó y lo que pasa. Como se espejan la paz, la calma, del sol pegando en quien camina por sobre troncos negros, pisando tranquilo con sus botas, tomando bocanadas de aire puro y helado, mirando a su alrededor, pensativo. Con el verbo de frenar y seguir, con la templanza del invierno, sin poder creer, que hace días atrás, este mismo suelo fue escenario de uno de los fuegos mas grandes que vio la tierra media.

Era desastrozo. Los camiones bomba no podían controlar tanta fogata. El humo imposibilitaba la respiración, era caótico, era más que caótico, era un manicomio desatado;
El fuego avanzaba sobre los altos pinos con ira, como si estuviese enojado, hervido de haber ardido, feliz dentro de su rabia de destrucción, y avanzaba, avanzaba a pasos agigantados sobre esos altos pinos.
De a pares, de a tríos, iban cayendo los árboles, se iban moviendo las rocas, iban temblando las tierras a medida que el fuego avanzaba y destruía, imparable, y la fuente, impertérrita.

La gente sabía que solo quedaba una cosa por hacer, aguantar.

No podían hacer otra cosa, ni siquiera pedir auxilio, nadie iba a saber apagar ese incendio, era de los que se apagan solos.

Mis incendios empiezan en Abril, y se apagan en Mayo.

Hubo mucho fuego en esta mente, en este cuerpo.

No sabemos todavía que quiso quemar. Si el recuerdo, si el presente, si las rejas que nos separan, o si fue todo un invento para dejar salir al que ya todos conocemos, que escribe en este blog sin permiso y se jacta de tener facultades que no tiene. Que te crees imprescindible, si, te estoy hablando a vos, no sos imprescindible, te puedo arrancar de mí cuando quiero, pero tengo todavía la esperanza de que entiendas que no podés hacer mas esto que hiciste, porque nos hace mal a todos.
Estamos en Mayo, ya no hay mas incendio, ahora si MANDO YO. Y que este invierno te condene a quedarte bien quieto y congelado.