Otra vez esa sensación, de que alguien cercano va a morir.
Hace unas horas escribí el título de este ensayo, y ahí quedó, la hoja en blanco.
Recién hace un rato pude sentarme a escribirte lo que siento, porque estuve casi todo el día traduciendo, de un lenguaje a otro, la avalancha de sentimientos que me atropellan cuando pienso que estás lejos.
Antes de que nos pongamos a vaticinar el resultado de estos versos, te quiero adelantar algunas cosas.
1) Esto no es una carta de amor.
2) Que te extrañemos no quiere decir que no estemos felices por tu partida.
3) Sí, estamos cuidando las plantas.
Volviste a mi vida en febrero de este año, y como si el destino supiese de los ciclos lunares, te fuiste casi casi a los 6 meses clavados. No contemos el recreo del medio, aunque cada quien se va a Europa dos veces como quiere.
Me acuerdo todavía como nos miramos la primera vez que te volví a ver; y también recuerdo habértelo comentado un tiempo después, esa tensión que había en el aire, de mirarte y que me estés mirando. Que me mires y yo estar observándote. En ese momento, solo Dios sabía lo que iba a venir después..y tal vez un poco nosotros también. El tiempo pasó, y Dios tuvo razón.
Cuando te volví a encontrar, en aquel febrero.. no eras feliz, no estabas entera, no podías dormir.
Cuando te volví a encontrar, en aquel febrero, yo era otra persona.
No pienso recapitular seis meses de nuestra historia, porque al mundo no le interesa y porque vos y yo ya la conocemos; aunque si me gustaría tocar algunos de los grandes hits, si el jurado me lo permite.
Me acuerdo cuando salimos a andar en moto y noté la primer vencida de tus ojos, cuando supiste que pegada a mi cuerpo, no importa a qué velocidad, ibas a estar mas segura que en tierra firme estando quieta.
Me acuerdo cuando te invité a casa a dormir, y caiste prácticamente el pijama, y no conforme con eso nos atachamos estrictamente al plan y solo dormimos. Me desperté hasta babeado, de lo bien que descansé, y con el brazo izquierdo totalmente desconfigurado, pues no lo largaste en toda la noche.
Recuerdo los cien cigarrillos en el balcón.
Sacar entradas para un recital en pedo.
Tengo un cuadro escrito en una agenda, que dice lo bueno / lo malo , estudio cerca, casa villurca.
La mejor tarta de verduras que me cocinaron en siglos.
Tengo un libro del miedo a la libertad, que leí pensando en que vos me lo recitabas.
Tengo la coincidencia del nombre de nuestros padres.
Tengo todos los besos que nos dimos, guardados en un cajón, y escritos en un pizarrón, todos los que nos falta darnos.
Me acuerdo de cuando movilizamos un país para conseguirte un vuelo que no saliera 10mil dólares.
El paso de baile imposible, también en pedo.
Me acuerdo de todo, y me sonrío.
Hacía años que no conocía una forma de cariño tan pura, como la nuestra. La de querernos en la impermanencia. La de estar juntos sin estar juntos; y no hablo de chongueo, vomentendé.
De verdad, hacía mucho tiempo, que no quería ni me querían así. .. Al principio pensé que yo había aparecido en tu vida para sanarte, pero sin darme cuenta, vos viniste a curar heridas abiertas. Gracias, de verdad gracias. No se cómo fue, ni en qué momento, pero un día me desperté sintiendo, que en esta impermanencia, me quería morir sabiendo que formabas parte de mi vida ( en lo posible de viejo, muy de viejo).
Nunca imaginé, que se podía querer tanto, en tan poco tiempo. Acá venía una frase de un poema de Neruda, pero como el tiempo es oro, te dejo el primer renglón, y el poema de tarea.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche [...]
Tal vez ahora es donde el tema se pone triste y te confieso, que hacía años no lloraba, y hoy me encontré llorando, mientras cantaba. No me preguntes por qué, pero desde que te subiste a ese avión, todas las canciones me llevan a vos. No entiendo cómo te extraño tanto, es un sentimiento nuevo en mi vida, el de extrañar así. No lo se, el resto de este ensayo podría hablar de la incertidumbre que reina en mi mente al pensar en todo lo que hiciste conmigo al llegar y en lo que dejaste de mi al irte; una vez más, no quiero hablar sobre mí; pero es que aprendí a querer y a cuidar, con vos, lo que no aprendí en 30 años de vida.
Todo tenía (tiene) sentido, cuando en el caos de tu existencia sonreís y decis: pues estoy bien. Con esos ojos enormes y la carita de costado. Y de eso se trata.
Quizás toda la verboragia de estás líneas sea una excusa para preguntarte si llegaste bien, si nos vas a extrañar, si hay otro amor que te espera en el viejo continente. Si vas a volver a visitar, si nos dejás ir para allá. Seguramente lo sea, una excusa, como las mil que puedo inventar para hablarte de nuevo.
Tal vez todas estas letras se puedan resumir en un simple, cómo estás? sos feliz? preguntas a las cuales seguro ya sepa las respuestas. Hicimos todo bien, vos y yo. Y es raro saber que no vas a volver, y a la vez saber que si volvés, esto no sería lo mismo. Toda esta ausencia colabora a que yo te quiera mas de lo que debería quererte; pero así pasa cuando es tan corto el amor, y tan largo el olvido.
Me quedo tranquilo de que te abracé lo suficiente (aunque nunca es suficiente), y que te acaricié mas de la cuenta, porque quería grabarme en la mente, el sentimiento de tocarte la piel de las mejillas; de correrte el pelo de atrás de la oreja. Vamos de nuevo no entiendo, como se puede querer tanto a alguien, en tan poco tiempo.
Espero que seas feliz, yo se que si; espero que triunfes y por fin te sientas cómoda en un lugar en el mundo en donde el pasado no te persiga. Espero que cuando hablemos me digas que estás contenta, que tomes sol, que te emborraches en la playa, que te pierdas; que el viento del verano te despeine esos pelos rosas; que hagas el amor en la arena, que pintes un cuadro a la luz de la luna en alguna de las costas de España.
Espero que toda la vida que tenés por delante te llene de amor hasta los huesos; y que tengas siempre presente lo que te dije antes de que te vayas; de que no importa en qué lugar del mundo estés; si vos me necesitas, yo te voy a buscar.
Te Quiero mucho Estefanía, desde el otro lado del Atlántico.
PD: Al final, yo que digo que soy un tipo sincero, hoy te mentí.
Esta sí, era una carta de amor.
Sabes por qué esto me duele tanto?
Porque sos de verdad.
Ni un invento literario, ni un sueño de media tarde.
La personificación del pecado
El calor del pleno invierno.
El fuego en la sangre,
El viento del norte.
Las olas que rompen acantilados enteros.
Poeta, impertérrita
Salvaje, fulgente.
Pecado en la tierra
Sangre creyente
Me quiero encontrar, bailando de jarana
besándote la sombra
ayer, siempre, mañana
Y que cuando una bala caiga al piso
cuando el cuchillo afiles hoy
te pregunten quien es ese!! que anda paseando con la Juana
vos les susurres que yo dije:
Un bandolero donde voy.
Ayer me enteré que una persona, a la cual quiero mucho, tuvo un ACV. No quise molestarlo porque él mismo comunicó que estaba muy débil, le da pánico responder los mensajes. Hoy mis amigos safaron de un accidente mortal por 2 metros.
Hay una particularidad, entre aquellos que tuvimos que morir y no lo hicimos. La muerte ya no nos persigue, nos camina al lado.
Hace años vivo una segunda vida, de regalo. Y si algo aprendí, es que hay que vivir tan fuerte, que el cielo no pueda bancar el quilombo que hacemos, y nos deje seguir en la tierra hasta calmarnos. Decir te quiero, abrazar, tomar ese café pendiente, no quedarse con las ganas de nada. Armar bardo, dejar de pensar, querer a tu familia, jugar con tu perro. Ser feliz, no importa qué tan bien o mal nos vaya, si total a vivir...
se aprende viviendo.
Que raro, siempre que vuelvo a estas páginas, es porque la ira que acompaña...
Como una nube, negra, que me sigue y llueve, mientras alrededor reina el sol. Algunas personas se dan cuenta. Sucede, existe, no es que podemos vivir sin el sentimiento iracundo; pero cuando algo lo hace asomar por la superficie, parece como si tomara aire y cobrara una fuerza sideral.
Lo siento siempre en el mismo lugar, que es todos los lugares pero centrado entre el pecho y el estómago. Está ahí, queriendo romper algo para que el ruido del desastre lo soslaye, como un trueno, cuando limpia los gritos sueltos de la ciudad.
Cuando crece, porque crece, todo tiende a hacerlo crecer. Una alarma que no suena, el tráfico de la mañana por un palo en la autopista. Alguien que se sienta en un escritorio que no le corresponde, y cuando los miras te pone cara del que va de contramano y sabe que va de contramano. Te levanta la mano, pero no se corre, sigue perpetuando el camino hasta llegar a la esquina.
Cuando necesitas que todo funcione y nada funciona, cuando sobran las palabras y nadie las dice.
Que ira me dan esos días en los que me quiero fajar con el primer gil que me mire cruzado; y eso me da mas ira, y así sigue creciendo, como en un ciclo constante de retroalimentación que ya todos sabemos donde termina.
No me gustan estas vísperas, no nos gustan.
Por suerte, y roguémosle a Dios, que no deje de llover.
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