8 DE MARZO

viernes, 9 de marzo de 2018

La tranquilidad invadía mi cuerpo un día muy calmo en florida, rondando las 19hs, hasta que los ví.
En ese momento, como alguien que ve pasar a dos muchachos caminando, no supe (y no tenía por qué saberlo) con quienes me estaba cruzando, claramente, por supuesto que no, y seguí caminando por una de las calles cercanas a la clínica privado modelo que queda sobre Roca.

Sin perder ni la paz ni el ritmo, con mis auriculares puestos, seguí caminando, admirando la belleza del sol que se entrelucía por las hojas de los árboles, que seguramente algún ensayo de todos los que están escritos en este blog ha sabido describir con mas plenitud, con mas energía.

Todo pintaba bien aquella tarde, la vida me sonreía.

Si bien pasaban saludando por mi mente pensamientos sobre los estudios, sobre la familia, sobre algunos problemas con mis amigos, no se detenían, saludaban y seguían, no había por qué interrumpir las quietas aguas de ese día en particular.

El almuerzo, si bien había sido apresurado, me había caído tan simpático, que no tenía ganas de enojarme con nadie.

Se acercaban las 19 en punto, el sol era naranja, había olor a jazmín.

En la calle no había nadie mas que yo, y me percaté de ello hasta que fuimos tres de repente. Los dos muchachos con los que me había cruzado, habían girado en la esquina que tenía por delante, es decir, yendo derecho veo como entran en escena por la izquierda, uno con su mochila, otro con su bolso, a unos 20 metros estaban de mí.

Mi cerebro hizo una cuenta rápida y no había razón geográfica para que aparecieran de esa mano, en esa dirección, salvo que se hayan olvidado algo, pero no tenían pinta de ser gente olvidadiza. tampoco tenían mas de 25 años, calculé en un primer vistazo, pero como no veo bien de lejos, no pude acertar tanto el temita de la edad.

La cuenta quedó ahí, yo me enderecé un poco y afirmé el paso, actué natural. Pasé por al lado de ellos, yo seguí, ellos también, listo el pollo, aquí no ha pasado nada.

A veces uno piensa mal de la gente, al pedo, pensé para mis adentros. Tenían pinta de chorritos, me reí internamente por el prejuicio nacido y muerto, y me dije, no podemos ser así con la gente. Pero bueno, fue un pensamiento, tampoco le hice mal a nadie.

De pronto, una camioneta blanca, tipo trafic, con pocas ventanas, frena de golpe bloqueando la senda peatonal imaginaria de la esquina por donde yo iba a cruzar metros adelante. No la vi venir a la chata porque no había llegado todavía al cruce, entonces mi lado izquierdo seguía tapado por las casas. La camioneta además vino de contramano, clavó las guampas cual película de acción. Se bajó el acompañante, un tipo alto, pero no tan alto, digamos metro 80, sin guantes ni nada, pantalón negro, campera de color medio verde extraño, pelo con algo de rulos. Me saqué los auriculares.

Al primer segundo pensé que había quedado en medio de un asalto, pero cuando vi, casi en cámara lenta , por debajo de la extensión de mi mano derecha en diagonal hacia el lado de la calle, el bolso, el mismo bolso que había visto hace segundos , tirado en la vereda ,supe, que venían por mí.

No terminé de girar cuando uno de los dos flacos que había visto me puso un revés en el estómago que me dobló, tocí, se me cayeron los auriculares de la cabeza, pero seguía el cable atado al teléfono, que estaba en mi bolsillo.

Después del golpe no me acuerdo mucho, pero seguramente me subieron a la camioneta. No sentí nada, ni miedo, ni incertidumbre, era puro desmayo. Mi teléfono había quedado en la calle, eso era un hecho. Sabía que si era un secuestro, alguien lo iba a encontrar, y como mi hermano entiende de cosas tecnológicas seguramente ya lo estaba rastreando y a partir de ahí iban a contactar con la municipalidad para ver las cámaras de las calles e intentar triangular mi ubicación de alguna manera. que se yo, me tranquilizaba pensar en eso por un minuto para no perder la cabeza.

Hacía algún rato mi vieja me había preguntado por dónde estaba y le contesté:"- cerca de la clínica". Avisá cuando llegas, me dijo. Como siempre.


Era una pieza hecha de paredes de ladrillo a la vista y cemento mal puesto en donde me tenían. Si mi viejo hubiese visto ese revoque seguramente hubiese puteado, porque no se puede ser tan desprolijo.
Por suerte no me violaron, pensé, hubiese sido fatal. Mira si salgo de esta, altisima vergüenza contarlo, volver a relacionarme con la gente después de eso, a parte violación, a alguien como yo, con mi vida social, sería directamente un suicidio. impensable.

Hambre no tuve, de hecho no me acuerdo cuanto tiempo estuve ahí, se que no fue mucho. Tampoco frío, de hecho hacía mucho calor de pronto, y ahora que me acuerdo, dos mediodías habré estado seguro. Uno pierde la relación tiempo espacio cuando está mucho tiempo adentro del mismo lugar.

A los dos flacos no los vi mas, tampoco al de la chata, hasta que un día enloquecí, extrañaba a mi vieja, a mis hermanos, no había hecho bardo hasta ese momento. Entonces arranqué a gritar, con furia eh, para que me escuchen.

Entró uno de los wachos, el otro estaba sentado afuera jugando a la play, lo vi por el pedazo de puerta que corrió el primero para entrar, y me dije, que raro no haber escuchado nada todo este tiempo. Seguramente estoy en una villa. Se notaba, el flaquito de la play estaba en cuero, todo tirado, las cosas acomodadas al quilombo cual tetris, había olor a encierro pero también a potrero.

No digo que no me pudo haber pasado esto de la mano de tres tipos de la horqueta, pero a mí me tocó esto, no discrimino, solo que es lo que es, y así se debe contar.

El flaco me puso la mano en el cuello, no me desató para nada, y no supe entender, cómo era atraído por mí, con toda la desesperación que me corría, pero así fue, sentí la erección del chabón en el hombro, imaginate como estaba, lejos de ser un tornado de ira, sufrí miedo, un miedo terrible para el que no nos preparan. Alcanzó a decirle al que estaba fuera de la pieza que le cierre la puerta porque estaba medio calentito.Esa noche me violó.







Unos días después, entre lágrimas, que no dejaban de brotar como cataratas desde aquel momento, mi hermano Nicolás abrió la misma puerta que había abierto el hijo de mil puta que me violó. se me abalanzó, llorando, diciéndome que todo iba a estar bien, me desató.

Salimos, era de noche, estábamos como en un tercer piso de la villa 31. Por donde pasé mil veces autopistas arriba y nunca me había imaginado de este lado de los ladrillos.

Se subió conmigo a un auto que no conocía, atrás, tampoco conocía a quienes manejaban.

En el auto Nico llamó por teléfono a papá, apenas subimos.

:"-Salimos viejo, está todo bien, vamos para casa. Le dijo.

Yo seguía llorando, pero en la paz de los hombros de mi hermano. cuándo había crecido tanto, pensé.


Llegué a casa, me abracé con mis viejos, no dejé de llorar hasta que subí como pude a la ducha de mi casa, me bañé. Ni comí. me fui a dormir.  No sabía ni la hora, pero dormí como dos días. Me dolía mucho el cuerpo, me dolían los golpes, pero estaba con mi familia.

Al levantarme lo primero que veo es un diario en la mesa que acusaba un triple homicidio en la villa 31. Al parecer se trataba de unos flacos que andaban secuestrando pibitas por ahí. las vendían en la villa por vírgenes. les daban mas plata que por los pibitos. También se llevaban adolescentes y hasta flacos de 30, no le hacían asco a nada, pero sobre todo secuestraban pendejas.

Los tenían identificados. Al tipo de la camioneta lo bajaron primero. Entró un auto a la 31 con algún tipo de permiso local para circular sin que lo baleen. Algo habían arreglado con el cabecilla de turno.se bajaron 3 personas, el cuarto esperó sin apagar el motor. Atrás había otro auto pero de ese no se bajó nadie.

Subieron las escaleras.

Abrieron la puerta y le pusieron un tiro en la cabeza, sin mediar palabra. al alto de la chata.sabían que él no me había violado, ya les habían pasado la data. Los otros dos que quedaron, sufrieron, les hicieron cosas impensables, ninguno hablaba, ninguno confesaba, pero ellos ya sabían quien había sido. El de la play no estaba ahí. estaban el de la camioneta, el que me violó, y un tercero. el de la play estaba conmigo, a una casa de distancia. Al grito de DONDE ESTA, DONDE ESTA, terminaron cantando. Uno de los tres que entraron era Nicolás ,salió corriendo con uno de los pibes. Ahí es donde vino y me sacó. El de la play no estaba cuando nos fuimos, se las arregló para escapar.

El tercero y último de los que bajaron del auto se quedó. Le puso tres tiros en el pecho al que no había sido, para que agonice un poco antes de morir, no se sabe si fue asfixia o pérdida de sangre, pero uno mas al cajón.
Con el que me violo se detuvo mas tiempo,tardó mucho en salir, los pibes se fueron bajo sus órdenes. cuando el salió lo esperaba la cana en la puerta. Cuando la policía entró a la casilla, encontraron tres cadáveres, uno con un tiro en la cabeza, otro con tres tiros en el pecho. El tercero estaba crucificado en el piso, con agujeros en las manos, en los pies, en las rodillas y la cara desfigurada. Presentaba cortes por todo el cuerpo y uno muy grande en la garganta,  que habría sido el definitivo.

Mientras, escaleras abajo, ya casi amaneciendo, se llevaban al autor del hecho en un patrullero.

Yo tuve suerte, capaz no hubiese sobrevivido a ese episodio. me salvaron a tiempo, pensé.

Ahora está todo bien, estamos yendo con Nico, Papá y Mamá al juzgado a ver como viene la causa, si todo sigue así, dice el pela que en dos meses esta afuera. Yo siempre supe que andaba en cosas raras, pero también sabía que si me pasaba algo, él me iba a venir a buscar.

Nico safó, antes de toda la movida ya habían arreglado para limpiarlo, pero alguien tenía que pagar los platos rotos.
En el diario de aquel 8 de marzo estaba la foto de mi hermano Facundo, autor intelectual y asesino. Así lo había definido el clarín.

Lo extraño, se que va a salir pronto. Lo amo y lo extraño.


Por favor, a todas las que lean esto. Tengan cuidado en la calle, no anden solas, se que los tiempos van a cambiar. Yo estoy bien, repito, tuve suerte, pero no se que hubiese pasado si el escenario era otro.
Ni una menos, por favor. Ni una menos.

(Meli , mi gamberra, está bien, y esto es ficción, pero no es nada alejado a nuestra real Argentina).

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