Sigue la vida del otro lado

viernes, 23 de octubre de 2020

 Me desperté asfixiado, duro. Con el cuello tenso y una pesa de mil kilos en el pecho.


Muchas horas antes, en mi sueño, que fue en secuencias, corría a sacar las llaves de un auto chocado, con cuatro chicas adentro. Desesperado porque nadie hacía nada; y todo pasaba en cuadros.

Corto escena y cambio de plano, esperando para salir a no se donde, lo miro, a la persona que me cuidaba y le digo: No estoy tranquilo, siento que va a pasar algo. Me transpiraban las manos. :-" Mirá, tocá", le dije, y me acerqué; :-" Va a pasar algo, yo lo se, mirá como tengo las manos, no estoy tranquilo".

Tranquilo, me dice, no va a pasar nada.

Y yo con ese presentimiento anudado en la garganta, perceptivo a las señales del ambiente.

Hacía unas horas había tenido una reunión , con una mujer de pelo rojo, bordó, rojo sangre espesa, sesenta años. No me acuerdo de qué hablamos, quiso ofrecerme un negocio o algo así, pero no se la veía bien. De pocas palabras.

Cuando salimos del lugar en el que estábamos, caminando a la plaza de Roma, pero sabiendo que habitábamos algún lugar de Japón , por las caras y los carteles, me pasa por al lado una mujer de pelo rojo. La miré y me sonrió, con una energía muy distinta a la primera. Era ella pero no era ella, como si alguna de las dos hubiese sido una impostora, la actual o la del pasado.

:- "AHÍ ESTÁ , ES ELLA; ES ELLA, ella es el glich! es la marca " le dije, casi desesperado.

No se por qué, pero es ella, la vimos antes , te acordás? es la señal , es ella, algo va a pasar, algo va a pasar.

Él me miró, de tes oscura, tranquilo, y me dijo que me calmara, que no pasaba nada, y en 5 segundos llegó mi asesora diciendo que había averiguado todo sobre la mujer del pelo rojo. Era un impostora, hablé con alguien que jugaba a ser otra persona y recién me encontré con la persona Real, que en verdad no me conocía. Y la anterior? la del negocio? por qué se le veía tan desmejorada.

Están cerrando las fronteras, me dijo, y cuando supe lo que la mujer había hecho, que es muy fuerte para escribirlo en estos textos, me asfixié, por completo. Recuerdo caerme al piso, tenerlo cerca, ese color baldosón amarillo, grande, intentando decir que había que ir urgente a una comisaría.

Encuentro en el piso un papel con una dirección escrita en japonés, y supe instantáneamente que al estar soñando, cuando uno necesita, el sueño provee, y ahí estaba la dirección que había pedido. Pero yo seguía asfixiado, inhumanamente vivo, y muerto al mismo tiempo. 

Me desperté. Respiré como quien emerge de un minuto de silencio bajo el agua, no me podía calmar, no podía dejar de pensar, no puedo. Lloré en el auto viniendo al trabajo, por un sueño. Siento que estoy muerto escribiendo esto, que todavía estoy en mi cama, y que una parte de mi alma quedó ahí, en esa plaza, en Roma, provincia de Japón. Todavía me cuesta respirar, y no creo que los infartos tengan gusto a esto.


Otra ancla, otro sueño, otra señal. 

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