Lote 13

miércoles, 24 de abril de 2019

Piedra libre, calma, agua pesada.



Sentimos que fue otra vida la que nos atravesó hasta hace seis años. Es decir, vivíamos inmersos en el subconsciente de un ser que existía, pensaba, hablaba, vivía; ahí estábamos, asomando los ojos por encima del agua quieta, como un espejo. Empujábamos a veces en direcciones opuestas para que algo vibre dentro y la balanza se incline un poco, él (nosotros, no todos) siempre tan metódico, imperturbable. Todavía tenemos recuerdos inocentes, de estar ahí quietos y tranquilos, sin hacer ruido, dejándonos llevar.

Era todo tan calmo...el estrés de aquel entonces es hoy una caricia al alma; como lo es siempre, el tiempo asienta todo sentimiento, bueno o malo, enérgico o destructivo.

Un viernes 26, como sucederá en dos días, nos incomodaron filosofías encontradas. Se ramificaron caminos del ser inexistentes para nosotros hasta el momento, no entendíamos nada, pero nada. Reinó el amor, saboreamos la calma, vimos otro sol, otra luz; el aroma de los jazmines y del otoño inundaron nuestros treinta y tres pares de pulmones ficticios y entendimos (o creímos entender) que la felicidad se podía abrazar y besar. Que la vida era Bella. Que la vida era ella.

Que poco y que tanto tiene que ver todo el pasado, con un beso.

Después vino El rayo, vimos la luz, escuchamos el ruido, sentimos el sismo de la electricidad pegando contra la tierra, todo se rompió..y cuando terminó de caer el último cascote, empezó a llover.
Seis años de lluvia, ininterrumpida, ahogándonos de a poco.

Si el desastre hubiese sido solo un sismo, la historia hubiese sido otra, pero no, que difícil es levantar edificios sobre tierra mojada, erguirse sobre el barro sin estabilidad.

La culpa no fue del golpe que dejó la puerta abierta. La culpa fue mia, por haberlos dejado salir, por abrazarlos como mios, y por haberlos usado para exacerbar los deseos de todos y cada uno justificando con un desastre un millón de derrumbes futuros. La culpa es lo de menos, a este punto ya no importa. Reencontrarnos con el pasado es dar vueltas sobre un círculo, cuando lo que hay que hacer es ir al centro. Intentar vivir el hoy es caminar hacia adentro, y el futuro es llegar al punto central cuando la circunferencia ya se movió y de pronto no estamos en el centro.

Este renglón ahora es presente.
El renglón anterior ya es pasado.
El renglón que viene es futuro.
Este renglón ahora es presente, y el renglón anterior ya es pasado.
El futuro es pasado, desde que nace.

La puerta está abierta, desde que la cerraron.

Estamos muertos desde que nacemos.

Nos rompieron el corazón desde que nos enamoramos.

Somos culpables desde que supimos sobre la inocencia.

Somos eternos...desde que entendimos que eramos mortales.


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